-Advertencia: Ondine esta cargada de ondas sentimentales por lo que no es recomendable para personas con síndrome de amarguismo agudo-
No se que pasa que últimamente me he “topado” –si es que la casualidad existe- con este tipo de películas meloso/reflexivas y confieso que las he disfrutado, y aun mas cuando van cargadas con un poquito de fantasía y una pizca de misterio, como es el caso.
La historia es sencilla en su planteamiento: Syracuse, un pescador (Collin Farell) rescata del mar con su red a Ondine, una mujer –bastante guapetona- que con su misteriosa personalidad y el acontecer de una serie de eventos fuera de lo común -coincidentes con su aparición- ponen en duda su naturaleza sea mujer, sirena o selkie –ninfa marina irlandesa.
Dicha cuestión se mantiene en el aire por un tiempo bastante considerable pero al mismo tiempo pasa a segundo plano al ser contagiado –como espectador- por la armonía que va apoderandose de la vida del pescador, pues pese a lo imperfecta que es, encuentra su camino entre su placida profesión, sus obligaciones como padre de una niña convaleciente y su relación con su problematica exmujer sumando a su confundida existencia los sentimientos que va desarrollando por Ondine, los cuales irán cargando de una vibra muy especial su trayecto, haciéndonos desear que no vaya a existir un giro que rompa con ese encanto, pero, ¿será posible?
Y es que si todo es eventual, si existen o no las coincidencias o simplemente la fortuna a veces sonríe para cobrárselas después son pensamientos que pueden asomarse en el transcurso, sin embargo Ondine es una película para verse sin cuestionar ni apresurar, sino simplemente dejarse llevar por la belleza del paisaje irlandés, la serenidad de su score musical –feat. Sigur Rós- y la buena vibra que despide en su desarrollo... y reflexivamente ¿porque no? se vale esperar lo mejor de la vida sin miedo a las consecuencias.
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